Educación y emancipación: el camino hacia el desarrollo
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La educación es el mejor camino para salir del subdesarrollo como demuestran experiencias internacionales.
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Negar educación de calidad y degradar el servicio para promover su privatización son estrategias de las élites para mantener el control social y asegurar la sumisión del pueblo.
En el corazón de la lucha por la emancipación social y económica del Perú, yace un elemento fundamental que ha sido históricamente descuidado: la educación. La práctica de no enseñar a leer a los peones en las haciendas no es solo un vestigio de un pasado colonial, sino una estrategia consciente de control social y económico. Desde una perspectiva mariateguista, esta práctica refleja la perpetuación de estructuras de poder que buscan mantener el status quo, donde las élites se benefician de la ignorancia y la sumisión de la clase trabajadora.
El historiador y activista político norteamericano, Howard Zinn, en su obra «La Otra Historia de los Estados Unidos» («A People’s History of the United States»), sostenía que:
«Había un principio básico: mantener a los esclavos analfabetos. En el Sur antes de la Guerra Civil, una persona blanca sorprendida enseñando a leer a un esclavo sería multada, azotada o encarcelada. ‘Para hacer un esclavo contento,’ escribió más tarde Frederick Douglass, ‘es necesario que no tenga pensamiento propio. Es necesario oscurecer su visión moral y mental y, en la medida de lo posible, aniquilar el poder de la razón. No debe ser capaz de detectar ninguna inconsistencia en la esclavitud; se le debe hacer sentir que la esclavitud es correcta; y debe ser llevado a imaginar que la gente blanca es superior a él en todos los aspectos.’ Esta es la razón por la que los esclavistas deben controlar lo que los esclavos oyen, ven y piensan. Esta es la razón por la que la lectura y el pensamiento crítico son peligrosos, de hecho subversivos, en una sociedad injusta».
Nuestro Amauta, José Carlos Mariátegui, argumentaba que la verdadera liberación de los oprimidos no solo pasa por la reforma económica, sino también por una revolución cultural y educativa. La educación es la herramienta más poderosa para el empoderamiento del pueblo, capaz de despertar la conciencia crítica y fomentar la participación activa en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
En este contexto, la recomendación de la OCDE y el mandato del artículo 16 de la Constitución del Perú de invertir al menos el 6% del PBI en educación no es solo una política pública deseable, sino una necesidad urgente. Países que han salido del subdesarrollo, como Singapur, Vietnam, Finlandia o Corea del Sur, han demostrado que la inversión en educación es una inversión en el futuro.
Experiencias internacionales
Singapur, una nación sin recursos naturales significativos, apostó por una educación de calidad y una formación técnica y profesional, transformándose en un centro financiero y tecnológico global. Vietnam, por su parte, ha logrado impresionantes tasas de alfabetización y ha garantizado una educación básica casi universal, lo que ha sido fundamental para su desarrollo económico. Finlandia, conocida por su sistema educativo innovador y equitativo, ha alcanzado los más altos estándares en las pruebas PISA, reflejando la calidad de su educación. Corea del Sur, que pasó de ser uno de los países más pobres del mundo a una potencia económica, invirtió masivamente en educación, especialmente en ciencia y tecnología.
Estos ejemplos internacionales muestran que la educación no solo mejora las capacidades individuales, sino que también es un motor de crecimiento económico y desarrollo social. Las reformas educativas en estos países no solo se centraron en aumentar la cantidad de educación, sino también en mejorar su calidad, asegurando la igualdad de acceso y adaptando los sistemas educativos a las necesidades del mercado laboral moderno.
Sin embargo, en Perú, la inversión en educación ha sido históricamente insuficiente y, por supuesto, ineficaz. Las élites políticas y económicas, temerosas de perder su control, han mostrado poco interés en promover una educación que fomente el pensamiento crítico y la autonomía. Mantener a la población en la ignorancia es una forma de asegurar su dependencia y sumisión. Esta es una estrategia de control social que ha perpetuado la desigualdad y ha frenado el desarrollo del país.
La educación es más que la adquisición de conocimientos; es la llave para la emancipación social y económica. Invertir en educación es invertir en la capacidad del pueblo para cuestionar, para soñar y para construir un futuro mejor. Es hora de que las élites políticas y económicas del Perú reconozcan que la verdadera riqueza de una nación reside en su gente y su potencial. Solo a través de una educación de calidad, equitativa y accesible para todos, romperemos las cadenas del subdesarrollo y caminamos hacia un futuro de prosperidad y justicia social.
La lucha por la educación de calidad es, en última instancia, una lucha por la libertad y la dignidad. Es una lucha que no solo concierne a los estudiantes, maestros o padres, sino a toda la sociedad. Es una lucha que debemos emprender juntos, con la convicción de que un Perú educado es un Perú con futuro.
¡La lucha por la educación de calidad es de todos!
¡Exigimos el 6% del PBI para Educación!
¡La razón, la ley, el magisterio y el pueblo están de nuestro lado!