Escribe: Alfredo Velásquez Acosta – Secretario de Asuntos Pedagógicos del SUTEP

La escuela pública vuelve a ser blanco del ataque del neoliberalismo.

El sistema capitalista necesita construir hegemonía y por ello sus representantes neoliberales, como el ministro de Educación, Óscar Becerra, y otros miembros del gabinete intentan desacreditar la imagen de la ciudadanía (especialmente de las mujeres y del magisterio) para tener allanado el camino hacia la desregulación laboral. Quieren responsabilizarnos por la crisis en que vivimos, cuando ésta realmente es producto del neoliberalismo y ese es el tema de fondo por el cual el ministro se expresa de la peor manera.

Rechazamos categóricamente estos insultos y hacemos un llamado al magisterio y al pueblo a consolidar nuestras organizaciones para enfrentar estas políticas autoritarias y prepotentes.

La llegada de la pandemia del COVID-19

La pandemia marco un hito para la educación.

La pandemia significó el inicio de la transición a un nuevo modelo de sociedad y educación, que abre una nueva disputa entre la perspectiva de los pueblos y la del capital trasnacional. Ese es el tema de fondo.

El ministro de Educación pretende mellar la dignidad del magisterio ante la opinión pública para responsabilizarlo de la crisis educativa que estamos pasando e imponer las políticas de privatización que benefician al gran capital. ¡Frente a ello, debemos estar alertas!

Las reformas educativas que se han impuesto en nuestro país han servido para destruir el concepto público de la educación; para “poner en evidencia” a los docentes y desprestigiar la profesión, abriendo paso a la desinversión educativa.

Su táctica consistió en decir que se iban a implementar reformas para terminar implementando contrarreformas y de esta manera recortar legítimos derechos. Asimismo, el debate sobre la transformación de los procesos de enseñanza – aprendizaje se colocó fuera de los sistemas escolares. Es decir, las maestras, maestros y auxiliares, que estamos en contacto con los estudiantes y conocemos su realidad, no podemos participar porque está reservados para “especialistas”.

Desde la lógica del capital

Los defensores del gran capital buscan responsabilidad a los maestros y auxiliares de la crisis educativa.

Existen dos elementos respecto a la supuesta “crisis de los sistemas educativos”: la profesión docente y la escuela. En esta lógica, muchos gobiernos, incluidos el gobierno anterior y el actual, han abandonado a la educación con presupuestos ínfimos y ampliación de brechas. En ocho años de existencia del PRONIED, organización creada para reducir la brecha de infraestructura, ésta se ha incrementado de 60 mil millones a 153 mil millones de soles.

Por otra parte, tenemos el impacto en las habilidades socioemocionales que se venían imponiendo desde antes de la pandemia, con una serie de narrativas de inteligencia emocional. La resiliencia y empatía como paradigmas sociales en el aula, entre estudiantes, pero también entre profesores y estudiantes.

Desde la lógica del capital, la inteligencia emocional no sirve para liberar emociones, sino para reprimirlas y se coloca la resiliencia en el plano personal para soportar las consecuencias de la distribución desigual de las riquezas. De este modo quieren hacernos creer que si no pudimos ser alguien en la vida es nuestra culpa y no del Estado. Promueve una empatía que disuelve el conflicto y la contradicción, privilegiando el encuentro acrítico, todo ello con la finalidad de responsabilizar a cada individuo de su realidad, de su postergación. No es culpa del Estado sino de la persona.

Según el sociólogo Cristian Laban “el neoliberalismo intenta transmitir o moldear una nueva subjetividad neoliberal, obliga a cada persona a vivir en un universo de competición generalizada, una organización social según el modelo del mercado transformando a cada individuo a concebir como una empresa o un emprendedor de sí mismo, individualismo, competitividad falta de solidaridad, etc.”.

La educación es vista como un negocio por los que promueven el neoliberalismo.

Por lo tanto, el neoliberalismo educativo se concreta en dos campos: el económico y el ideológico. Económico, para hacer negocios con la educación uno de los negocios más importantes e invertir en beneficio del capital. Ideológico, para que lo que se enseñe esté al servicio de las empresas y las demandas del mercado.

Desde la Pedagogía del Pensamiento Positivo nos educan en anhelar ser parte del sistema para llegar a su cúspide. La del sistema capitalista, por supuesto. Es la cultura de la meritocracia. ¿Pero qué encubre la trampa de la meritocracia? Que solo brinda a algunos la posibilidad de llegar arriba, pero no de cambiar el sistema y de este modo seguir haciendo negocios con la educación.

Jean Petros sostiene que “la educación encierra un gran tesoro, la educación maneja 10 mil billones en el mundo, uno de los sectores que se maneja más cantidad de dinero, este gran tesoro en el mundo y el nuevo capital trata de apropiarse y para ello desacreditan al magisterio y, por ende, a la escuela pública”.

Por eso en el Congreso neoliberal se intenta aprobar el proyecto de Ley Nº 2951/2022-CR, mediante el cual se pretende crear el sistema de váuchers que nos va a llevar a una supuesta mejora de la calidad educativa nacional. El SUTEP rechaza categóricamente este proyecto y exige su inmediato archivamiento.

Nuestro gran reto

Ganar la batalla ideológica por la escuela pública implica contraponer el lenguaje neoliberal de la libertad para unos cuantos, a de igualdad para todas y todos sin discriminación ni exclusiones. Una escuela pública que garantice el acceso a la educación desde una perspectiva crítica de la realidad social en que vivimos.

Por ello, la escuela debe estar cerca de la comunidad y rescatar la memoria histórica, para de este modo aportar al presente y futuro del país, fortaleciendo la cooperación entre los docentes y las autoridades locales, en lugar de la competencia del libre mercado.