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Por qué aprobar la reforma constitucional que ratifica el 6% del PBI para educación

  • Coronavirus ha destapado 30 años de olvido
  • La desigualdad educativa se ha agudizado y más pobres pierden acceso a derecho fundamental

Por 20 años nos dijeron que no había dinero para aumentar la inversión en educación. Por dos décadas nos mintieron. La pandemia demostró que lo que falta es voluntad política para atender a los niños y niñas del Perú con la rapidez con la que se salvó a las grandes empresas con una subvención estatal de S/60 mil millones. Con la tercera parte de este dinero se podría haber solucionado los problemas más urgentes del sector.

Colegios se caen pedazos

La situación actual del sector educación en el Perú es una realidad que el gobierno de turno no quiere ver, o no toma con la responsabilidad del caso, y nos lleva a recordar que existen más de 27 mil colegios construidos a la “champa”, como diría el argot popular, que necesitan ser demolidos y vueltos a construir. Muchos de ellos fueron levantados durante el mandato del dictador Fujimori, que no tenía reparo en mostrarse en televisión de señal abierta con dos yucas gigantes en cada mano sonriendo. Esas mismas escuelas son las que ahora se caen a pedazos, ¿nos habría estado queriendo decir algo con esa sonrisa? Su legado suma una brecha de S/ 100 mil millones según el Pronied. 

No tengo silla, maestra

Cuando hablamos de aulas escolares, lo primero que se viene a la mente es: carpetas, pizarra, alumnos, profesor, ¿cierto?, esto responde al estereotipo clásico mundial, pero del que solo goza una minoría. En nuestro país, para casi la mitad de niños y niñas dicha idea corresponde únicamente a la ficción, pues el 42% de colegios no tienen inventario físico para satisfacer el ideal imaginario de un aula escolar; es decir, no tienen sillas donde sentarse ni pizarra donde hacer sus ejercicios matemáticos o análisis sintáctico.

Sin internet me marginan

Con la llegada del coronavirus, se optó por suspender las clases presenciales e impartir enseñanza remota. Muy bien, buena medida de parte del Poder Ejecutivo para evitar el contagio en los salones, sin embargo, lo que no se tomó en cuenta, o ya sabían, pero no les quedó de otra más que hacerse de la vista gorda, fue la falta de conectividad. Así, una medida que buscaba resguardar la salud de los escolares, ante el avance del virus, marginó a millones de niños y niñas en zonas rurales y altoandinas, quienes, precisamente, son los que más necesitan educación. Para ellos, la señal de televisión es un lujo y captar ondas radiales requiere escalar kilómetros de escarpados cerros.

En la capital, el problema de conectividad también está presente. Miles de familias ven como sus datos de internet se gastan volando con las clases virtuales y el gobierno no ha hecho nada por crear o fomentar la implementación de paquetes de datos solidarios como los solicitados por el Sutep para ayudar a los padres de familia a subvencionar este gasto. en los sectores menos favorecidos económicamente, no cuentan con dispositivos adecuados que permitan una educación a distancia óptima.

Sin agua, desagüe ni electricidad

Meses antes de que llegara el Covid-19 al Perú, se advertía en todos los medios de comunicación, nacionales e internacionales, que la herramienta más eficaz para evitar el contagio era el lavado de manos con agua y jabón por lo menos durante 20 segundos. Esto se repitió como el Padre Nuestro, y si bien las clases escolares se suspendieron, no se ha hecho nada por implementar los servicios de agua y desagüe faltantes en escuelas rurales y en zonas alejadas. Si se llegara a reiniciar las clases presenciales, tal como busca tan desesperadamente el Minedu, los escolares no podrían cumplir la más básica de las indicaciones para combatir el contagio, ya que en los lugares mencionados 8 de cada 10 escuelas no cuenta con agua, desagüe, ni electricidad.   

¡Es momento de la ratificación!

Con graves falencias nos encontró uno de los virus más agresivos y mortales de la historia de la humanidad. Un panorama complejo, pero no insalvable, es el que tenemos presente. Tiempos de crisis requiere medidas a la altura de las circunstancias y eso es precisamente lo que la aprobación del 6% del PBI para educación significa: una respuesta a la altura de las circunstancias. Con su ratificación, pues todo cambio constitucional requiere ser votado y aprobado por mayoría en dos ocasiones en el pleno del Congreso, no se cambiará de la noche a la mañana la situación de las escuelas públicas, pero sin duda se logrará acercar al cierre esas brechas que durante décadas han sido discriminatorias en el sistema educativo peruano.

Años de histórico olvido y desinterés se circunscriben en la próxima votación del pleno para la ratificación del cambio constitucional. No podemos perder tamaña oportunidad por los intereses particulares. Un pueblo educado es uno que no comete el mismo error dos veces. Teniendo las herramientas para salir del subdesarrollo no dejemos que nos priven de lo que constitucionalmente son nuestros derechos.

¡6% del PBI para educación ahora!

¡Estudiantes, profesores, auxiliares, cesantes y jubilados no pueden esperar 20 años más!

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