El efecto de la música en los bebés y los niños ha sido un tema de interés por la comunidad científica; por ese motivo, ha sido analizado de manera constante durante las últimas décadas. Los resultados arrojan que los niños pequeños pueden aprender sonidos y ritmos simplemente al escuchar las canciones o según el ritmo que le marquen los padres al dar palmaditas siguiendo la canción.

La identificación de los sonidos y ritmos en una edad temprana es posible porque el oído es el primer órgano sensorial que se desarrolla dentro del útero. Así, está comprado que el feto oye y reacciona al sonido −discrimina sonidos tanto provenientes de la madre (latidos cardiacos, relajación) y sonidos exteriores (ruidos, música)− aprendiendo de él.

Los beneficios de una educación musical redundan en cambios a nivel fisiológico, el desarrollo de un fuerte vínculo afectivo, la estimulación de su inteligencia emocional. De igual forma, a nivel psicológico despierta, estimula y desarrolla emociones y sentimientos.

En los primeros años de vida, una educación musical es importante debido a que el niño responde y actúa en consonancia a la entonación, ritmo, intensidad y expresión de los sonidos. Estos elementos producen en los niños una gran estimulación auditivas, que serán la base para la vocalización y el intento de habla.

La educación musical temprana en niños pequeños desarrolla las capacidades expresivas, musicales y psicomotoras del niño, para que luego puedan escoger un instrumento musical de su preferencia y según sus aptitudes.

De esta manera, la música puede ser empleada como parte del proceso educativo, como herramienta ideal para generar ambientes propicios para la concentración y el intercambio. Así, los docentes pueden recurrir a diferentes elementos que incorporar a sus clases como forma de incentivar la creatividad de sus estudiantes.